Buscar

Mas de Moda

domingo, mayo 31

Oda a las Musas que Cambiaron la Moda

De 1950 a 1990, cuatro décadas de cuerpos perfectos dotaron a la cultura popular de nuevos referentes. Las súper modelos Twiggy, Jerry Hall, Claudia Schiffer, Linda Evagelista, Iman, Kate Moss y Giselle Bündchen han sido un factor fundamental para el éxito de las casas de moda, al punto que muchas veces las han superado en fama y reconocimiento. Una exposición del Metropolitan Museum de Nueva York explora la influencia de las grandes modelos en la historia reciente

P ocas veces se encuentra la foto perfecta de una supermodelo ataviada con un traje de un gran diseñador. Pero hay imágenes emblemáticas que se quedan grabadas en la memoria colectiva. Dovima, protegida por dos elefantes del Cirque d’Hiver de París, vestida con un traje de satén negro y blanco de Christian Dior y captada por el lente de Richard Avedon es el tipo de fotografía que los curadores Kohle Yohannan y Harold Koda esperaban hallar por montones para la exposición The model as muse: Embodying Fashion, que tendrá el Metropolitan Museum de Nueva York hasta el 9 de agosto.

No hay una gráfica así de cada beldad, marca y fotógrafo que trabajó en la industria de la moda entre 1950 a 1990. "La verdad es que si tienes el mejor vestido no necesitas a la mejor modelo para venderlo", dice Yohannan. En cambio, "en muchas ocasiones un buen vestido cobra vida y se vuelve algo grandioso sólo cuando la modelo lo luce", agrega para enfatizar la tesis que soporta la exhibición sobre cómo estas mujeres han influido en la cultura visual de cada tiempo.
Más de 80 trajes de la colección del Costume Institute del MET y una fascinante selección de fotografías, piezas publicitarias, filmes y revistas como Vogue, Harper’s Bazaar, Elle y Sports Illustrated componen una oda a esas féminas de cuerpo perfecto asociadas con el éxito de la moda. "Para el aniversario 60 de Dior en Versailles (2007), John Galliano llevó a esas grandes modelos a la pasarela de nuevo. Luego, Marc Jacobs hizo lo mismo en su pasarela de 2008, pero cubrió sus rostros", recuerda Harold Koda, quien es director del Costume Institute. "Este es un tiempo muy interesante para hablar de esa relación ­muy tensa en la actualidad­ entre la modelo, el diseñador y la marca porque en muchos casos ellas son más célebres que la casa que las contrata".
Belleza cambiante. Uno de los hallazgos que ofrece The model as muse es la representación de cómo el ideal de belleza ha cambiado a través de la historia reciente. Según Koda, entre 1950 y1970 no se hablaba de diversidad en el modelaje. "Es en 1980 que esa barrera finalmente se rompe", agrega. No es la norma, aclara, pero sí es evidente que a partir de ese momento hay un culto a la belleza alternativa. "Eso fue muy saludable para la moda". No hay que engañarse: el cuerpo perfecto es una condición no negociable, "pero el rostro y el color de la piel ya no es relevante".
La exposición abre la posibilidad de contemplar fotografías y revistas originales como nunca antes, en combinación con vestidos que se han visto primero ­y quizás únicamente­ en esas publicaciones de moda. "Quise asegurarme de que hubiera una conexión entre el medio en que las personas vivencian la moda y la manera como ésta llega a la calle", acota Yohannan.
A la entrada de las galerías Tisch del MET, un montaje evoca la foto de Dovima que tomó Avedon en 1955. El traje que se exhibe es el original de Dior, cuya importancia es aún mayor por ser el primero que trabajó Karl Lagerfeld cuando era asistente del diseñador. Una fotografía de Irving Penn, "Las 12 modelos más fotografiadas", publicada en Vogue en 1947, intro- duce la primera parte de la exposición: la edad de oro de la moda en Europa y Estados Unidos. El abrigo de Balenciaga (1950) que llevó Lisa Fonssagrives Penn y la gráfica de Avedon de Doriam Leigh que ocupó la portada de Harper’s Bazaar (1949) también se exhiben allí.
Hay datos que despiertan la curiosidad a cada paso: saber que Leigh creó la primera compañía de modelaje en París en 1950; enterarse de que las "modelos de casa" de Dior y Jacques Fath siempre se mantuvieron en el anonimato; vivenciar el trabajo visionario que Cecil Beaton hizo con su cámara para el diseñador Charles James, cuando la fotografía de moda apenas despuntaba en Estados Unidos (1948), son momentos históricos que muchos descubrirán en este recorrido.
Un ejemplo que Koda y Yohannan seleccionaron para reforzar el concepto de la modelo que hace el vestido es la chemise de Balenciaga, que nació en rechazo al New Look que Dior impuso con su taller "Bar" de chaqueta ajustada y falda 3/4 voluminosa en los años 50. "Caricaturizada y despreciada cuando se introdujo, la chemise de Balenciaga se consideró una prenda elegante sólo cuando Dovima la vistió en una imagen de Avedon", dice uno de los textos explicativos de la exposición.
1960: la diversidad comienza. Nunca en otro momento de la historia, la moda reflejó tan fidedignamente la dinámica de una sociedad como en los años 60.
En este segmento de The model as muse se podrá entender que mientras el naciente Futurismo se imponía en el arte y aires de rechazo al status quo impregnaban Europa, Pierre Cardin, Paco Rabanne y los exóticos diseños de Biba, marcaban el fin de sofisticación en la alta costura.
Para mediados de década, Jean Shrimpton, Jean Shrimpton, Penelope Tree, Marisa Berenson, Veruschka y Twiggy encarnaron la sensualidad en el vestir. Dorothy McGowan, en 1966, cautiva en su papel de Polly Maggoo, en la sátira del fotógrafo y cineasta Qui êtesvous, Polly Maggoo? (¿Quién eres, Polly Maggoo?) El movimiento hippie se extendía por el mundo.
Al mismo tiempo, la diversidad llegó a la moda. Givenchy rompió con los estándares de la belleza rubia y de piel blanca al trabajar con China Machado, una beldad de raíces chinas y suramericanas.
Cardin, por su parte, despuntó gracias a la japonesa Hiroko; y en 1964, Donyale Luna, la exhuberante belleza afroamericana, fue la primera modelo negra en aparecer en portada de Harper’s Bazaar y la versión inglesa de Vogue.
Twiggy, captada por Gesta Peterson o vestida de Yves Saint Laurent en la gráfica que Bert Stern hiciera para Vogue, son imágenes de 1967 que en esta sala recuerdan a la beldad británica que se convirtió en un símbolo de la cultura pop.
1970: el cuerpo político. Lauren Hutton, Lisa Taylor, Vibeke y Jerry Hall encarnan las nuevas tipologías femeninas, definidas por el papel cada vez más activo que la mujer tiene en la sociedad de los años 70. De las referencias que los curadores ofrecen al público se desprende que la diversidad étnica se acentúa gracias a figuras como Cristina Ferrare, Beverly Johnson, Joan Severance, Gia Carangi y la icónica Iman, "quien para muchos es la modelo de pasarela más sensacional de la década".
El día de pre-apertura en que Yohannan y Koda hablaron con la prensa, Beverly Johnson se paseaba majestuosa por las galerías Tisch sin ocultar su emoción. "He trabajado en esta industria por tantos años, pero al ver todo en perspectiva es abrumador". Por su propia experiencia, habla con temple sobre la relación de las musas y las marcas que la exposición plantea. "A veces el nombre de la modelo se pierde ante la importancia de la marca. Pero las modelos, finalmente, están recibiendo el reconocimiento que merecen".
"Jerry Hall in Pascal and Manolo Blahnik with Antonio Lopez" (Jamaica, 1975), una gráfica de Norman Parkinson para la Vogue británica (1975); y otra de Chris von Wangenheim (1977), que muestra a una Iman regia ataviada de Halston destacan en la sala. Asimismo, lo hacen las portadas de Sports Illustrated de Elle Macpherson y Paulina Porizkova, entre otras.
Según Koda y Yohannan, no hay una referencia mejor de la popularidad de una modelo que la edición anual de trajes de baños de la publicación deportiva.
La trinidad de las supermodelos. Por su popularidad, contratos millonarios y notoriedad, a Christy Turlington, Naomi Campbell y Linda Evangelista se les llamaba "La Trinidad". Los años 80 y 90 marcaron la aparición de las supermodelos que, además de estas tres celebridades, eran otras como Cindy Crawford, Claudia Schiffer, Amber Valleta, Nadja Auermann y Naomi Campbell.
Es el inicio de esa relación controversial con los diseñadores de moda, que comienzan a temer a la fama creciente de estas divas con infinita capacidad de reinventarse ante la cámara.
The model as muse revive las inolvidables campañas publicitarias de Valetta para Armani, de Evagelista para Ralph Lauren y de Iman para Donna Karan, para que estos diseñadores cayeran en la tentación de las celebridades.
También recuerda cómo Karl Lagerfeld contribuyó a la meteórica carrera de Claudia Schiffer.
Referentes de esta época aún viva en la memoria son la imagen de Peter Lindbergh que muestra a Linda Evagelista en Guess (Vogue italiana, 1988); la de Steven Meisel, en la que Claudia Schiffer viste de Marc Jacobs para Perry Ellis (Vogue, 1993); y la sublime foto de Gilles Bensimon que apareció en Elle (1990), en la que se definía quién era quién en el modelaje en ese momento con Lana Ogilvie, Naomi Campbell, Christy Turlington, Linda Evangelista, Louise Vyent, Karen Alexander, Vanessa Duve, Aria, Beverly Peele, Elaine Irwin y Tatjana Patitz.
A fines de los años 90, Kate Moss es la diva que representa la influencia cultural de la música grunge. En la sala cubierta de graffitis que recrean la escena callejera, el texto complementario explica que ese tiempo fue "un período manierista de rebelión en contra de las normas estéticas establecidas", que también tiene como musas a la modelo de 75 años de edad Carmen Dell’Orefice o a una Kate Dillon que usa tallas plus. Este momento histórico, además, está caracterizado por la llegada de modelos de Europa del Este, que posan como seres anónimos en las revistas y pasarelas. El éxito comercial sin precedentes de Gisele Bündchen y el ascenso fugaz de Natalia Vodianova, siembran la certeza de que, aunque matizado, el mito de las supermodelos se está extinguiendo.
Annie Leibovitz así lo representa.
Kate Moss, Gisele Bündchen, Lauren Hutton, Iman, Naomi Campbell, Stephanie Seymour, Amber Valletta, Christy Turlington, Claudia Schiffer, Lisa Taylor, Paulina Porizkova, Carolyn Murphy y Patti Hansen capturadas por el lente de Leibovitz para Vogue (1999) resume la huella que las modelos han tenido en el siglo XX y seguirán teniendo en el futuro.
  • CELEBRIDADES DEL MUSEO
La gala profondos del Costume Institute es la cita social del año en Nueva York, que antecede la inauguración de la exposición anual de moda del Metropolitan Museum. La noche del 4 de mayo, cerca de 650 invitados tuvieron la primicia de ver The model as muse: Embodying Body antes de su apertura oficial. Kate Moss y Justin Timberlake fueron los padrinos de la fiesta, en la que el diseñador Marc Jacobs y la editora de Vogue, Anna Wintour, fungieron de presidentes.
Casi una centena de modelos famosas estuvieron con ellos esa noche para, además de ver la exhibición, participar en una cena en la que toda socialité internacional quisiera estar. Sin pensar en recesión o crisis económica, las mesas se reservaron a un precio de 250.000 dólares y, según voceros del MET, no quedaron sillas vacías.
Diseñadores como Giogio Armani, Roberto Cavalli, Domenico Dolce, Stefano Gabbana, John Galliano y Carolina Herrera no faltaron. Bono introdujo a Kanye West, quien interpretó tres canciones durante la cena.
Brooke Shields y Halle Berry de Calvin Klein, Twiggy de Burberry, Gisele Bündchen de Dior, Eva Herzigova de Dolce & Gabbana, Heidi Klum de J.Mendel, Lauren Hutton de Michael Kors y Cindy Crawford de Versace caminaron por la alfombra de cebra que John Myhre y Raúl Ávila instalaron para recrear la atmósfera de El Morocco, célebre club nocturno.
Los diseñadores venezolanos Carolina Herrera y Angel Sánchez también vistieron a sus musas. CH vistió a Renné Zellwegger con un vestido verde a rayas con corset y a Tatiana Patitz con un estraplés color humo. Mientras que Angel Sánchez se inspiró en las fotografías de Richard Avedon para crear el vestido en gazar de seda negro que llevó Willow Bay, la ex modelo de Estee Lauder y esposa del presidente de Disney, Robert Iger.

No hay comentarios:

Publicar un comentario